Si tu voz interna despierta alarmas que te hacen pensar que podrías ser un fraude y que en cualquier momento el mundo lo va a descubrir, es posible que padezcas del síndrome del impostor.
Y no estás solo. Según Valerie Young, autora del libro "The Secret Thoughts of Successful Women" (Los Pensamientos Secretos de las Mujeres Exitosas) 7 de cada 10 personas lo ha sufrido en algún momento de la vida.
No es una enfermedad, ni una anormalidad.
Lo padecen desde directivos de empresas hasta actrices, desde jóvenes que recién inician su camino profesional hasta personas con años de oficio.
Quien tiene el síndrome del impostor siente que no está a la altura y que en cualquier momento lo van a descubrir.
Siente que no es lo suficientemente bueno. Da igual que los demás lo elogien, que tenga una carrera exitosa, que haya tenido muchos logros académicos.
El éxito lo atribuye al factor suerte más que al trabajo que ha puesto para llegar donde está. Suele creer que lo que le pasó fue porque estuvo en el lugar y el momento adecuados, o que los demás lo consideran más inteligente que en lo que en realidad es.
Y ojo. Este artículo lo estoy escribiendo en masculino, pero el síndrome del impostor ataca por igual a mujeres y a hombres. Tampoco distingue raza, edad, ocupación, ni nada que se te ocurra.
Pero entonces, con tanta transversalidad, ¿es posible sobreponerse al síndrome del impostor?
Aquí te comparto algunos trucos.
Esto es clave. Para poder hacerle frente tenés que saber que existe, y estar alerta cuando se presente. Si lo hacés conciente y lo escuchás, si lo sacás de la oscuridad, tenés la oportunidad de enfrentarlo y decidir qué harás.
Escuchá qué historias te estás contando. Somos una máquina de emitir opiniones, sobre los demás y sobre nosotros mismos.
Cuando te sientas frenado en un proyecto, o te des cuenta que no podés avanzar con alguna iniciativa, o te preguntes qué paso que de repente hay algo que no querés hacer, hacé una pausa y conectá con lo que te dice tu propia voz.
Es posible que detrás de una maraña de pensamientos descubras a tu síndrome del impostor.
Hacé una lista de las cosas en las que sos bueno. Todas. Las que vos conocés, esas que en la que tus amigos te dicen que sos bueno, el feedback positivo que tenés en el trabajo.
Cada noche, antes de irte a dormir, anotá 3 cosas que hayas descubierto ese día en las que sos bueno.
Si además creés que son una fortaleza particular, resaltalas o subrayalas, para tenerlas más presentes. Y después de anotar esas 3, leé todas las anteriores de los días previos.
Esto hasta cumplir 30 días.
Guardá siempre esa lista. Y cada vez que percibas que el síndrome del impostor está merodeando, releéla.
No postergues. Dilatar las cosas te hará sentir aún peor.
No dejes para mañana lo que podés hacer hoy. Muchas veces, encontrarte con la realidad te hace confirmar que el fraude no es parte de ella.
Encará primero lo urgente e importante y luego, el resto de las tareas.
La Matriz Eisenhower (click aquí para bajarla) puede ayudarte a priorizar, sobre todo en momentos en que te enfrentes al síndrome del impostor, que es cuando más apoyo necesitarás.
Y si con todo lo que te conté todavía no te alcanza, recordá que muchos lo padecemos. Conversar con los demás acerca de lo que te está pasando, o buscar ayuda profesional, puede sacarte las dudas.
Al fin y al cabo, no estamos todo el tiempo hablando de lo que nos pasa interiormente. No sabemos cómo se sienten nuestros compañeros de trabajo, o nuestros mentores, o nuestros amigos, o nuestra familia, o nuestros profesores.
Compartirlo te hará sentir menos solo, y te ayudará a estar mejor preparado cuando vuelva a aparecer.
Ya es hora de cobrar lo que vale tu talento. 😉