En las última décadas, algunos negocios dentro del área de servicios han crecido a razón de dos dígitos. Por ejemplo, el negocio de coaching.
Pero esto no es exclusivo de ese mercado. Sucede en la mayoría de los negocios que pueden desempeñar los profesionales independientes de manera autónoma. Y precisamente estos negocios, en la mayoría de los casos, requieren mínimo capital y estructuras chicas. Y además, gracias a la web, dan la posibilidad de conectarse con los clientes desde cualquier lugar, lo que convierte al mundo entero en un mercado posible.
Pero mientras la demanda crece, la oferta tiende a atomizarse. Sólo un porcentaje muy pequeño de los coaches, consultores y profesionales independientes tiene éxito. La mayoría no pasará el primer año. Y de los que sobrevivan, apenas el 2-3% podrá construir un negocio rentable que le permita tener ingresos superiores a los $100.000 dólares al año.
Y sí. Este patrón se repite también en los demás mercados donde operan los profesionales independientes.
¿Por qué pasa esto?
Porque la mayoría sigue usando el mismo manual empresario de hace 20 años.
Esto no tiene por qué pasarte a vos. Llegó el momento de ponerte al día. De adaptarte a los nuevos paradigmas. De acomodarte a los entornos cambiantes que vienen de la mano de la tecnología y de las economías fluctuantes.
Aquí te dejo 5 modelos mentales que ya deberías haber adoptado, que te ayudarán a que este año puedas alcanzar tus metas mientras trabajás en tu negocio con propósito.
Vivimos en la era de la información. Todas las estrategias, las tácticas y las herramientas que necesitás para lanzar un negocio exitoso las tenés a un click de distancia.
Pero como siempre digo: la web es como un océano de conocimiento... de apenas 1 cm. de profundidad. Está todo, sí, pero tan desparramado y tan poco elaborado que necesitás saber exactamente dónde tenés que ir a buscar la información que precisás para que no se te vaya la vida en eso.
Si querés resultados, si estás comprometido en avanzar y crecer, necesitás optimizar tu tiempo e invertir dinero en tu negocio. Aprender de quienes estén en ese lugar donde querés estar. Capacitarte en lo que necesitás saber para lograr tus metas Enfrentarte a tus miedos y a tus creencias limitantes para llegar más lejos.
Necesitás reconocer que no sabés, y aprender a pedir ayuda. Porque el mayor factor limitante de tu negocio sos vos. Y cómo pensás.
No. No es la economía del país. No es la competencia feroz. No son los clientes que no entienden nada y no valoran lo que hacés.
Sos vos y cómo enfrentás los desafíos, cómo danzas con la incertidumbre, cómo te atrevés a crear e innovar, cómo manejás a los enemigos de tu confianza para que no te frenen en todo lo que sos capaz de hacer.
Tenés que superarte a vos mismo. Necesitás entender tu mentalidad para sacarte del medio de tu propio camino hacia el éxito, y lograr así monetizar tu magia.
La mayoría de los profesionales independientes intenta "pescar" clientes a través de blogs, podcasts, anuncios en Facebook, Insta-stories, y otros canales masivos. Al fin y al cabo, como dijimos más arriba, el mundo entero es el mercado potencial. Eso es muy tentador.
Pero esto es como salir a pescar todos juntos, en el mismo mar, junto con otros miles de pescadores, cualquier tipo de pescado.
En el mejor de los casos, quizá tengas capital para invertir y un pesquero grande y bien preparado, pero igual ya hay otros que te ganaron de mano y llevan más tiempo pescando, así que conocen los lugares donde hay mejor pique.
En el peor de los casos, tal vez sólo tengas un botecito y una caña, y para evitar que la turbulencia de las olas enormes que generan los grandes navíos te hunda, no te queda más remedio que confinarte a un rincón y rezar para que algunos peces distraídos se dignen a probar tu carnada.
Sea como fuere, la competencia es a todo o nada y, de tanto pelear, peces y pescadores mueren en la lucha. Y se los comen los tiburones.
El mar ensangrentado se transforma en un océano rojo. En esa batalla campal, casi todos pierden.
Pero hay una salida. Podés crear tu propio mar. Un lugar que sólo vos ocuparás, donde serás protagonista porque habrá emergido de tu propia magia. Un espacio donde sos experto, donde sos único, donde vos controlás en qué lugar te posicionás en la mente de tu cliente ideal.
Tu propio océano azul.
Pero claro, para esto es esencial que entiendas muy bien cuál es tu propósito y tu magia. Que definas tu nicho, ese grupo de personas a quienes podés acompañar, y te concentres en ellos. Que crees tu mensaje y tu marca personal, para que esas personas entiendan claramente cuál es tu propuesta de valor. Y que desde allí delinees tu oferta, tan única como vos.
Tener tu propio océano azul te separa de la competencia. Te da claridad y te permite hacer foco en lo que es realmente importante, porque sabés exactamente dónde está tu mercado y cómo llegar a él. Y te hace monetizar tu magia más y mejor, porque esas personas valoran tu trabajo y están felices de pagar por tu talento, ya que se dan cuenta que es precisamente lo que necesitan.
¿Por qué creés que un cliente te contrata?
No. No es por vos.
Te contrata por él o por ella. Porque espera, con tu ayuda, poder resolver un problema que tiene. Porque cree que con tu experiencia y tu conocimiento podrás llevarlo desde donde está hacia donde quiere estar, en el menor tiempo posible y con el menor dolor posible.
Está dispuesto a pagarte porque le solucionás algo.
Y aquí hay dos cosas muy importantes:
Propuesta de Valor + Método, ¿Cómo los explicás?
Tu forma de contarlo, tu mensaje, tiene que estar construido con las palabras de tu cliente. Con el lenguaje que él usa, con los problemas que él tiene. Con lo que a él le resuena. Con que le interesa.
Si hablás desde el servicio, desde lo que hacés, la historia la estás contando desde vos. Pero recordá que tu cliente no te contrata por vos, sino por lo que le pasa a él o ella.
Si hablás desde la solución, la historia la contás desde lo que le pasa a tu cliente, lo que a él o a ella le importa, y lo proyectás hacia donde quiere estar. Esto hace que se genere un vínculo poderoso que funciona como un campo magnético. Y entonces los clientes te vienen a buscar.
Y lo mejor de todo: también te da la certeza de que lo que hacés es lo que el otro necesita. Entonces, en vez de salir al mundo a vender, sabes que le estás dando al otro lo que al otro le sirve, desde un lugar de total integridad. Tu cliente necesita tu magia, y vos la monetizás. Es una relación donde ambos ganan.
Si en una fiesta conversamos con 100 personas, 90 nos dirán que no les gusta vender (excepto que estemos en el cierre de una convención anual de ventas, por supuesto).
A la mayoría vender le parece casi una mala palabra. Un tabú. Una situación fea e incómoda que los pone en un lugar donde no quieren estar.
"Ese es el típico vendedor pesado". Una generalización que todos escuchamos. Parecería que todos los vendedores presionan y son deshonestos.
Sin embargo, las ventas desde un lugar de integridad son diferentes. No es lo mismo ofrecer tu magia, ese regalo que sos para el mundo, ese don que tenés que ayuda a los demás, que cualquier producto o servicio.
A veces digo que quienes le entregamos nuestra magia a los demás estamos vendiendo nuestra alma, en el buen sentido. Es nuestro propósito, es nuestra razón de ser, y desde ese lugar tenemos la certeza de que lo hacemos con un fin más grande, porque nuestra intención primaria es ponernos al servicio.
Si sabés que lo que tenés para dar puede aliviarle un dolor al otro, ¿cómo no ofrecerlo? Es casi tu obligación moral. Esconderlo, no mostrarlo, no contarlo, es ir en contra del orden natural de las cosas, es lo opuesto a lo que lo tenés que hacer, es no cumplir tu misión en la Tierra.
Tenés talentos únicos que el mundo necesita. Salí de la invisibilidad y compartirlo con los demás, monetizá tu magia. Tus clientes te están esperando.
Si a una persona que jamás en su vida puso un pie en la cocina le pedís que haga un pastel, sin ningún tipo de ayuda, sin receta y sin guía... ¿qué creés que va a pasar?
Cuando la contamos así parece una idea ridícula y exagerada, pero muchas personas empiezan de esta forma su negocio. Tienen cero experiencia, no conocen las estrategias ni las tácticas, e igual esperan tener éxito. Pasan años tratando de mezclar los ingredientes, y en el proceso se olvidan de incorporar los más importantes, porque jamás supieron qué necesitaban ni cómo hacerlo.
Por eso precisás un mentor.
Y no cualquier mentor. Necesitás a alguien que te pase la receta. Alguien que esté donde querés llegar, que ya haya atravesado ese proceso. Alguien que sepa cómo se crea un negocio, que haya triunfado donde querés triunfar y que haya fracasado donde querés triunfar, porque de los errores también se aprende. Alguien que entienda a qué vas a tener que enfrentarte, no sólo desde el negocio en sí, sino también desde tu mentalidad, desde tus emociones y desde tu cuerpo.
No tengas miedo en invertir para conseguir esa receta, para entender cómo monetizar tu magia. No hay negocio sin inversión, y si lo pensás de otra manera, entonces te recomiendo que revises tu mentalidad. Es decir, volvé al punto 1) de este artículo, porque necesitás superarte a vos mismo para sacarte del medio de tu propio camino y lograr el éxito que te merecés.
Y mientras te preparás para hacer que el 2019 sea el año en el que monetizás tu magia, te paso algunas ideas finales para que termines de darle forma a tu nueva manera de mirar tu negocio:
Llegó tu momento. Atrevete por fin a jugar con el manual empresario del 2019 y monetiza tu magia.
Ya es hora de cobrar lo que vale tu talento. 😉